Pues bien, el invierno es una de las estaciones que más larga se nos hace, y por lo general, la que menos nos gusta. Hace frío, viento, llueve… pero vamos a pensar en positivo, es una estación idónea para hacernos ciertos tratamientos que están prohibidos en el verano.
En mi caso, cuando dejo de tomar el sol (finales de septiembre más o menos) cambio la estantería de mis “potingues” y empiezo a darle caña a los productos blanqueadores y despigmentantes.
Aunque yo estoy muy concienciada con el tema de la protección solar y con no excederme en poner la cara al sol, he de confesar que tengo una marchita en la zona superior del labio (vamos, en el bigote) que me trae de cabeza. Llevo con ella varios años y desde hace 2 veranos, he conseguido mantenerla a raya y que no me salga. Esto es gracias a las despigmentaciones hechas durante el invierno y al protegerme muchísimo la cara durante el verano.